Mi experiencia con Itaewon se puede catalogar como una relación amor y odio, que terminó más en AMOR que en ODIO.

Este barrio a pesar de ser en su mayoría un área extranjera, posee mucho comercio local y lo más importante, vida, de barrio, esa vida que te permite tener una "caserita" el ajussi de la farmacia, la señora que vende roscas en la esquina, el vecino pesado, la vecina amorosa y un sin fin de cosas que forjaron en mi, un sentimiento de Hogar dulce hogar.
Restaurantes de todo tipo y nacionalidad: si hay algo que amo del área de Itaewon es su diversidad culinaria, en la esquina de mi casa tenia un xxx( cadena de restaurantes coreano, con platos típicos, rápido y barato con las B) y en la calle siguiente, un lugar de churros o un restaurante mexicano junto a bar irlandes. Piensa un país y en itaewon estará, lo que por razones obvias no ayudó mucho a mi dieta ni mi billetera, pero vale la pena mil por ciento.
Los sábados por la mañana, me encantaba salir temprano en busca de pan o algo para el desayuno en algún Paris Baguette, el área de Kyugnindan, parece el destino de muchas parejas coreanas que van de paseo dominical a probar el último restaurante abierto de churros o a sentarse por horas afuera en la terraza de algún café
Las festividades occidentales se sienten presentes mucho mas aquí y fiestas como Halloween pueden ser un real deleite a los ojos, sin dejar de lado las fiestas locales que se viven con igual intensidad siendo extranjeros apreciando la cultura de nuestra nueva casa.
El sentido de vergüenza se pierde un poco cuando te acostumbras a ir a comprar en pijama o sandalias con calcetín

